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Lowi, la extraña estrategia de Vodafone y mil historias de los OMV


El último invitado en llegar a la cena, o al menos con gran peso (teniendo en cuenta quién es su padre), ha sido Lowi. Operador Móvil Virtual (OMV) cimentado en las entrañas de Vodafone, su llegada al sector ‘telecos’ tiene la tibieza de no generar ni frío ni calor, entre otras cosas porque no representa el valor de competitividad en el mercado que un día trajeron de verdad los OMV. 

Fue a finales de diciembre, con la gélida sensación de que se acababa un año muy convulso para las telecomunicaciones, cuando por sorpresa apareció Lowi. Sin campaña de publicidad, sin venir abrazado a su “padre” (lo de Vodafone hubo que inquirirlo), y con una confusa sencillez (una tarifa y punto), hacen de este operador, y lo que busca "la teleco roja” con su llegada al mercado, un total desconcierto. 

Bueno, en realidad se sabe muy bien lo que pretende Vodafone: fragmentar esa cuota de mercado de los OMV, en estos momentos por debajo del 10% tras quitar de la cesta a ONO y Jazztel, y conseguir que esos usuarios itinerantes que van de compañía en compañía se sumen a Lowi. Al igual que otras empresas, “no son tontos”. Saben que la fidelidad a los operadores virtuales son muy fugaces, y por tanto, con Orange y Movistar teniendo las suyas en el escaparate, Amena y Tuenti Móvil respectivamente, Vodafone no podía quedarse de brazos cruzados. 

No obstante, manda dos peligrosos mensajes: el primero es una división de clientes entre quienes tienen poder adquisitivo y se lanzarán a ofertas convergentes, y otros usuarios (más simples) que con una tarifa de datos se conforma. Pero el otro mensaje, quizá el más preocupante para el mercado, y que comparte con los otros dos operadores con red, es que pueden volver a dominar una cuota de mercado tan grande que hasta quienes no son clientes suyos lo sean. 

Más de una década en guerra                                                                  

El pasado ’28 Encuentro de las Telecomunicaciones’ celebrado en Santander tuvo muy presentes por parte de los operadores con red a los OMV. “Chupocteros” del sector que viven de las inversiones de quienes pretenden hacer un mundo mejor comunicado. Esto no lo digo yo, no lo dicen los “tres grandes”, no lo dice nadie, pero tras una semana de machacona insistencia con los problemas que generan estas empresas, y que por culpa de ellas no se puede invertir más, es lo que se posa en el mantel. 

Ahora bien, ¿qué hay de cierto en que los operadores virtuales sean un problema? Nada, absolutamente nada. “Existe un riesgo elevado de que la entrada forzada de estos agentes desincentive las inversiones de los operadores de red”. Año 2006, Telefónica esgrimía este pretexto justo antes de que los OMV entraran en el mercado. Eso sí, todo tras la lucha de 5 años por poder hacerlo. 

Hagamos memoria. En España, hicieron un primer intento en 2001 de establecerse, pero la normativa que les amparaba dejaba en manos de los OMR la posibilidad o no de llegar a acuerdos. De este modo tuvo que ser la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT) quien saliera al rescate. Así, el máximo organismo regulador envió un duro informe a Bruselas acusando a Telefónica, Vodafone y Amena de mantener una posición de dominancia y de estar impidiendo la competencia, con unos precios por encima de la media europea. Por ello, la CMT propuso la apertura obligatoria de las redes de los OMR, atendiendo a las solicitudes razonables de acceso y ofreciendo "precios razonables por ese acceso".


Justo un mes de después, Bruselas dio luz verde al informe y ofrece vía libre a la CMT para imponer condiciones (plazos, precios, etc.) si los OMR y los OMV no se pusieran de acuerdo. De este modo, tan burocrático como siempre, se encendía en España, eso sí, un lustro después, la llama de los virtuales. 

La importancia de los OMV                                                                     

¿De verdad preocupa a alguien una cuota de mercado del 1% (2008), 3% (2010), 6% (2011), 9% (2012), 10% (201), 13% (2014)? Es decir, los OMV han tardado más de 7 años en alcanzar apenas un minúsculo pedazo de la tarta, repartida encima entre más de 20 empresas. Con números redondos, de las actuales más de 50 millones de líneas móviles que hay en España, entre todos los virtuales tienen poco más de 7 millones y medio. 

En principio parece ridículo, tanto como que Orange, Movistar y Vodafone no tengan suficiente como para que metan sus hocicos en forma de OMV de “marca blanca” en un segmento fuertemente competitivo, pero de verdad. Desde hace más de 10 años los operadores con red llevan amenazando con que si estos “actores” entran en el mercado perderán su capacidad de invertir, y que los clientes verán un servicio peor.

Pues bien, ni una cosa ni la otra. Si la fibra y el 4G están tardando en llegar parece más bien obra de administraciones incompetentes que no saben regular un sector que no quiere ser regulado. Y en cuanto al servicio, a tenor de que se tienen “mejores cosas” por un “menor precio”, gracias en parte a esa tarta rota en más pedazo, pues tampoco parece una tragedia. 

¿Seguimos creyendo que los virtuales no son fundamentales? Ofrecen diversidad, otra opción, influyen estratégicamente en los grandes con su diminuto tamaño… qué más se puede pedir. 

Por eso, la llegada de Lowi al mercado genera una extraña sensación. Finiquita una cuadratura de “las grandes” entre la compra de los virtuales cableros y el arrojamiento de sus propias marcas a la arena. Todo para pescar en un mar revuelto. Todo en una extraña sinfonía que recitan de manera conjunta y dominante, en un mercado que durante muchos años ya ha sido lo suficientemente estrujado. Lo siguiente… Lógicamente comprar alguna que otra OMV (como ya han hecho), y si no, al tiempo. 

Por: Raúl Masa (@raulmasa)

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