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Falsos autónomos y falsos emprendedores


Entre vagas certezas, medias verdades y mentiras repetidas muchas veces, el mercado laboral en España sigue teniendo un tufo de lógico pesimismo al que nadie parece llevar la contraria. Los datos macroeconómicos no firman contratos, y pese a que la teoría económica dice que se trata del inicio de la recuperación, lo cierto es que la realidad en cuanto a empleo se refiere en este país, todavía dista mucho de poder ser optimista. 

Así pues, desde hace ya más de un año el mantra económico sobre el que se vertebra la supuesta recuperación del mercado laboral está en el autoempleo, los emprendedores, o a estas alturas, ya no se sabe muy bien qué. Ahora bien, a la hora de mirar las cifras hay algo que no cuadra del todo, ya que según un estudio realizado por la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (Uatae), basándose en datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, ha llegado a la conclusión de que más de la mitad de los nuevos autónomos son menores de 30 años. Concretamente, el año pasado se cerró con casi 30.000 nuevos autónomos respecto a 2012, de los cuales 15.942 (53%) contaban con menos de 30 años. 

Simplemente basta con hacer una breve reflexión sobre el asunto para comprender qué es lo que está pasando: muchas empresas, con el objetivo de no pagar los costes sociales añadidos a un contrato, requieren a los nuevos trabajadores que se incorporen como autónomos para así ahorrar a la empresas dichos costes y que ya sea el propio trabajados quien decida cuánto quiere invertir en sus costes sociales. 

La jugada, y sobre todo los números, son perfectos para casi todos, aunque no deja de ser un estúpido engaño de alguien que juega al solitario. Es decir, el Gobierno, gracias a la Reforma Laboral, facilita este tipo de acciones, de paso saca bastante pecho porque hay nuevas altas en el régimen de la Seguridad Social, y entre tanto el número de parados disminuye. El problema surge cuando al hacer cálculos resulta que no es lo mismo lo que paga una empresa a la hacienda pública por un trabajador, que lo que termina pagando el propio empleado gracias a medidas como la Tarifa Plana para autónomos. Todo esto se reduce en una insustancial caída de recaudación vía impuestos. 

Pero no solo eso, sino que además distorsiona una realidad en lo que respecta a los emprendedores, puesto que se trata de una situación en la que ni de verdad son autónomos que trabajan por cuenta ajena, ni realmente son emprendedores con posibilidades de desarrollar un negocio, sino que simplemente son trabajadores con un contrato de autónomo que trabajan para una empresa. Así pues, tenemos un nuevo vacío legal que deja tras de sí un reguero de dinero no ingresado en las cuentas públicas y sobre el que de momento nadie parece no poner coto. 

Por: Raúl Masa (@raulmasa)

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